Hace poco una madre contó en su blog que un día al acabársele la batería del móvil mientras jugaba con sus hijos gemelos de 3 años, se dio cuenta de que éstos constantemente se volvían para mirarla. Durante 10 minutos contó las veces que ellos buscaban su mirada y se sorprendió al ver que ocurrió unas 20 veces. Comprendió que cada vez que ella estaba “enganchada” al móvil  perdía la oportunidad de tener un momento de conexión con sus hijos.

En Solo y en Compañía, Sheryll Turkle menciona que en la actualidad nos enfrentamos a una de las paradojas más grandes de la tecnología: por un lado nos permite mantener continuamente el contacto con otras personas y por otro, puede separarnos de ellos enormemente.

Las familias tenemos un sinnúmero de  rituales que nos unen, como viajar, comer juntos, visitar exposiciones… que pueden dejar de ser momentos de convivencia si nos distraemos con redes sociales, whatsapp o cualquier otra aplicación de nuestro móvil. Además es probable que si alguien quiere mantener una conversación con nosotros pero nos ve absortos con nuestro móvil, decida no acercarse perdiendo así una oportunidad de estrechar lazos. Si prestamos atención del otro sin distracciones, abriremos la puerta a que se den momentos enriquecedores que de otro modo se pierden.

La conversación en familia no se limita únicamente a la comunicación con el otro sino que juega un papel clave en el desarrollo personal y social de los niños. Específicamente, la convivencia en familia cumple funciones muy importantes tales como:

  • Brinda un espacio protegido y abierto a la expresión de ideas.
  • Permite que haya confianza sin preocuparnos por lo que pensarán de nosotros.
  • Da lugar a que el otro se sienta escuchado y comprendido.
  • Nos permite aprender a escuchar, identificar gestos, empatizar y disfrutar de la compañía.
  • Desarrollamos valores como la compasión, generosidad, respeto o solidaridad.
  • Es un escenario estupendo para desarrollar las habilidades sociales, necesarias para la correcta integración en la sociedad.

Cuando aprendemos a relacionarnos con los demás, aprendemos a relacionarnos con nosotros mismos. Identificamos nuestras emociones y somos capaces de transmitirlas con mayor claridad. Un móvil en la mesa no solo rompe con la dinámica de la conversación familiar sino que también viola un espacio seguro de confianza y apoyo mutuo.

Os animamos a que guardéis los móviles de vez en cuando para dejar espacio a la conversación y a la unión familiar.  Algunos ideas para conseguirlo:

  • Crea espacios “sagrados” en casa, libres de tecnología y destinados a la convivencia de calidad.
  • Enseña a los niños el valor de la conexión con el otro cara a cara.
  • Se un ejemplo.
  • Mira a los ojos a tus hijos cuando se dirigen a ti y da importancia a lo que te comunican. Recuerda que las palabras son importantes pero más lo es tu lenguaje no verbal (mirar a los ojos, asentir, parafrasear…)

No nos arriesguemos a que llegue el momento en el que queramos conectar con nuestros hijos y sea demasiado tarde porque están muy ocupados con la tecnología.

 

 

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