Recuerda el momento más vergonzoso de tu vida, piensa en un defecto tuyo del cual no te sientes orgulloso o imagínate exponiendo tus ideas delante de una gran audiencia. ¿Cómo te sientes al pensar en esto?, ¿te expondrías a situaciones similares?, ¿compartirías estas experiencias con otras personas? Si las emociones que vienen a tu cabeza son similares al miedo, la vergüenza, la inseguridad o la ansiedad, es probable que sea porque son situaciones en las que te sientes vulnerable. Nos sentimos así porque tememos al rechazo de los demás, a desconectar con el otro.

Tendemos a relacionar la palabra vulnerabilidad con debilidad, peligro, inseguridad, sentimientos de incapacidad, vergüenza e incomodidad. Entendemos que la vulnerabilidad es el sentimiento que nos envuelve cuando nos hemos puesto en una situación en la que de algún modo estamos desprotegidos, por ejemplo, cuando compartimos un aspecto difícil de nuestra vida con alguien más o hablamos de nuestros sentimientos… ¡lo cual puede ser realmente difícil!

Brené Brown, profesora de Investigación en la Universidad de Houston, tiene un concepto distinto acerca de la vulnerabilidad y la define como “el punto en el que nacen el amor, el sentido de pertenencia, la valentía, la creatividad, la empatía y la alegría. Es fuente de esperanza, empatía, responsabilidad y autenticidad (…) es poder compartir nuestras historias con aquellos que han ganado el derecho de escucharlas” Entonces, lejos de ponernos en riesgo de desconectar con el otro, la vulnerabilidad se vuelve necesaria para hacer vínculos profundos con los demás.

Lo que sucede a menudo es que en lugar de respetar y apreciar la valentía y el atrevimiento que existen detrás de la vulnerabilidad, tendemos a permitir que nuestro miedo e incomodidad se conviertan en crítica y juicios. Es por ello que comenzamos a evitar situaciones en las que nos sentimos incómodos o demasiado expuestos. Sin embargo, aunque intentemos evitarlo, sentirnos vulnerables no es una elección, es algo que simplemente sucede. Lo que sí podemos elegir es cómo reaccionar ante estas emociones de manera que la vulnerabilidad nos sirva de base para conectar con los demás y con nosotros mismos.

De acuerdo a Brown, las personas creamos escudos que nos “protegen” de las situaciones en las que nos podemos ver o sentir vulnerables. Algunos de estos son: prevenir la dicha, es decir, no permitirnos sentir mucha alegría o tranquilidad por miedo a que en cualquier momento algo salga mal; el perfeccionismo como forma de evitar la vergüenza de cometer un error; y la “anestesia emocional”, inducida por alcohol, drogas, comida en exceso, trabajo en exceso, dormir de más, en fin…cualquier cosa que hagamos por adormecer nuestros sentidos.

La vulnerabilidad es poder compartir nuestras historias con aquellos que han ganado el derecho de escucharlas, pero tampoco significa que tengamos que volvernos un libro abierto e ir contando indiscriminadamente todos nuestros miedos, inseguridades, historias y sentimientos a los demás. Para que la vulnerabilidad funcione como un vínculo con el otro, es importante que primero exista una cierta reciprocidad con la persona, que se establezcan límites y  haya confianza.

Aunque puede ser difícil al inicio, aprender a enfrentarnos a las situaciones que evitamos por miedo a sentirnos es una de las bases para llevar una vida con propósito y tener relaciones personales significativas. Aquí dejamos algunos consejos para comenzar a utilizar la vulnerabilidad como oportunidad de crecimiento y conexión:

  1. Identifica las ideas o las situaciones que te hacen sentir más vulnerable y cómo sueles actuar en esos momentos. Puede ser de ayuda plantearte preguntas como: ¿Qué hago cuando me siento emocionalmente expuesto/a?, ¿Cómo me comporto cuando me siento muy incómodo/a e inseguro/a?, ¿Qué tanto estoy dispuesto a tomar riesgos emocionales?
  2. Practica la gratitud y vive el momento presente sin anticipar lo que pueda salir mal, si no vives en el ahora quizá te pierdas de muchas oportunidades ya que la dicha no solo se encuentra en momentos extraordinarios, se encuentra en momentos normales y cotidianos. Si mantienes atención plena será más probable que disfrutes y descubras muchos regalos que la vida te da, desde un amanecer bonito hasta cinco minutos de descanso con una buena taza de té.
  3. Acepta tus imperfecciones con compasión hacia ti mismo. Recuerda que el cometer errores o sentirse en ocasiones inadecuado es algo universal y nos sucede a todos. ¡No te flageles con la autocrítica!
  4. Cuando hagas algo pregúntate, ¿cuál es mi objetivo con esto?. No está mal disfrutar una copa de vino, pero…¿qué pasa si esa copa de vino la estoy utilizando para no sentir la ansiedad?. Piensa en la intención que se esconde detrás de tus decisiones y asegúrate de no estar intentando huir de las emociones, es mejor identificarlas y aprender a ceder a su malestar con aceptación y sin juzgarlas.
  5. La vulnerabilidad debe estar al servicio de la conexión y para que la utilices de manera que te beneficie debes exponerte a esta de manera honesta y valiente. Antes de compartir una experiencia o ponerte en una situación que te hace sentir vulnerable, responder las siguientes preguntas puede servirte para ser vulnerable con responsabilidad: ¿Por qué quiero compartir esto?, ¿qué resultado o consecuencia espero al compartir esto?, ¿qué emociones estoy sintiendo?, ¿cuáles son mis intenciones?, ¿realmente estoy intentado generar una conexión con esta persona?
  6. Elije cuidadosamente a las personas con las que te permitirás ser vulnerable y el grado de exposición que puedes tener con ellas. Para esto pueden ser útiles preguntas como: ¿Esta persona me hace sentir cómoda y escuchado/a?, ¿con esta persona puedo ser yo mismo/a?, ¿esta persona me ha compartido sus experiencias?, ¿tengo algo en común con esta persona?, ¿me interesa que esta persona me conozca mejor?, ¿Me interesa conocer mejor a esta persona?

Cuando evitamos las emociones desagradables acabamos por afectar también las emociones positivas como el amor, la compasión, la empatía y el perdón. Si queremos mayor claridad en nuestros propósitos y un nivel más profundo y significativo en nuestra vida espiritual, la vulnerabilidad es el camino. ¡Atrévete a sentir!

 

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