Cuando meditamos es importante no pretender ningún objetivo. Es permanecer simplemente sentados, con atención a nuestra respiración, al parloteo de nuestra mente, a las sensaciones del cuerpo… pero sin pretender nada.
Resulta muy útil pensar en un árbol.
El árbol parece que no hace nada pero en realidad cumple muchas funciones. Produce fruto, nos da sombra, embellece el paisaje, ofrece un abrigo para que los pájaros monten sus nidos, los insectos se alimenten, a veces frena los vientos violentos. El árbol está prefecto cumpliendo su función.
Cuando medites imagina que eres un árbol. Inmóvil, aparentemente inútil, siguiendo tu respiración, tomando el tiempo para darte cuenta de lo que pasa en tu cuerpo y alrededor. Sin hacer nada aparente, observando y dándote cuenta de la cantidad de frutos que produce el hecho de estar simplemente sentado atento, tomando conciencia sin hacer nada más. Sin perseguir nada más. Al igual que el árbol que sin pretenderlo consigue mucho, con la meditación sin darte cuenta obtendrás todos los beneficios que la calma y la atención producen.
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