¿Cuántas veces has dicho SI cuando en realidad querías decir NO? Seguro que más de una ¿verdad? No pasa nada, es lo normal. Decir «si» y ceder en algunas ocasiones no es malo sino todo lo contrario.
El problema aparece cuando, de forma habitual, dices “si” cuando realmente quieres decir “no”. En esas ocasiones, es probable que te sientas frustrado, utilizado o ninguneado por los demás.
Puede que te preguntes: ¿por qué me cuesta tanto “decir no”? Cada uno tendrá sus motivos pero normalmente cuesta porque creemos que al hacerlo se enfadaran con nosotros, quedaremos mal o se deteriorará nuestra relación. Pero, aunque nuestra mente nos diga eso, la realidad es que pasa justo lo contrario. Lo que estropea nuestras relaciones es ir aguantando y aguantando hasta que un día no podemos más, explotamos y sale a relucir toda nuestra frustración y resentimiento. Y cuando esto ocurre… ¡se produce justo lo que intentabas evitar!
Ten siempre en cuenta que tienes derecho a decir que no, al igual que el otro tiene derecho a pedirte algo. Si eres sincero, agradable y directo te sentirás bien y contribuirás a que tus relaciones se basen en la confianza y en el respeto, no en la resignación y en el miedo.
Veamos cómo decir no en 3 pasos:
- Di algo positivo y sincero. A nadie le gusta que le digan que no bruscamente, así que empieza de forma positiva para que la otra persona no se sienta rechazada. Sé sincero y expresa tus sentimientos sin miedo.
Ejemplo: “Me gusta que hayas contado conmigo, pero…”. “Me gustaría ayudarte pero…”. “Sé que para ti es importante, pero…”
- No te justifiques ni mientas. Expresa claramente tú idea. Lo mejor es que expreses de forma clara que no estás dispuesto a hacer lo que te están pidiendo. No le des muchas explicaciones y nunca mientas ni inventes excusas porque dará lugar a que la gente siga insistiendo o que te descubran.
Ejemplo: “…tengo cosas que hacer”. “…ahora mismo no puedo”. “…no me siento a gusto haciendo lo que me pides”
- Si lo consideras apropiado, propón una solución alternativa con la que te sientas cómodo. Muchas veces no estamos dispuestos a hacer algo, pero nos gustaría ayudar de algún modo. Te propongo ofrecer alguna alternativa, pero hazlo sólo cuando lo consideres apropiado, no porque te sientas culpable.
Ejemplo. “¿Qué te parece si lo dejamos para otro día?”. “Si esperas a que termine mis tareas, puedo echarte una mano”. “Conozco a una persona que puede interesarle lo que me propones. ¿Quieres su contacto?”…
Hasta aquí todo parece fácil pero, puedes encontrarte con personas muy insistentes que harán todo lo posible para salirse con la suya. ¿Qué puedes hacer en estos casos? Te recomiendo utilizar la técnica del disco rayado. Consiste en mantenerte en tu postura sin dejarte llevar por la incomodidad de la situación.
Por ejemplo: “Me gusta que hayas contado conmigo pero ahora mismo no puedo ayudarte, estoy hasta arriba” (Siguen insistiendo) “Entiendo que te urge pero no puedo ayudarte” (Vuelven a insistir) “Sé que es importante para ti pero ahora mismo me es imposible echarte una mano”…
El disco rayado como ves no es otra cosa que ir repitiendo tu negativa una y otra vez, sin alejarte del objetivo. A veces nos insisten tanto que acabamos cediendo, y hacemos justo lo que no queríamos hacer. El truco para que eso no te ocurra: haz uso del disco rayado.
Parece tan sencillo que quizás pienses que no va a funcionarte, pero te aseguro que funciona. No te lo creas, ponlo a prueba y saca tus propias conclusiones. Si crees que solo no puedes, estaremos encantadas de ayudarte.
¡Atrévete y piérdele el miedo a decir no!
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!